Subdesarrollo
El término subdesarrollo es controvertido. La Real Academia de la Lengua lo define con la palabra atraso de un país o región; también hace referencia a ciertos niveles que no son alcanzados. Respecto al primer termino el consenso entre expertos y no expertos suele ser unánime, las discrepancias surgen cuando tratan de definirse los niveles.
Una segunda aproximación podría ser: una de las etapas por las que atraviesan los países y las sociedades en su progreso, especialmente progreso en Estado del Bienestar y capacidad económica. Sin embargo esta idea de ser una “etapa” dentro de un proceso más largo cuenta con muchos detractores, quienes opinan que el subdesarrollo puede llegar a no superarse nunca por múltiples factores.
El subdesarrollo también está muy relacionado con la pobreza, llegándose a incluir como países subdesarrollados a aquellos donde un tanto por ciento determinado de su población vive bajo el nivel de la pobreza. Esta definición choca con el problema de medición por un lado (¿Cómo se calcula la riqueza de un pueblo? Y ¿a partir de dónde una persona está bajo el nivel de la pobreza?) y por el otro la duda de si el subdesarrollo es sólo cuestión económica, razón por la cual los índices de desarrollo han ido cambiándose y ampliándose con el tiempo como se verá más adelante.
La palabra subdesarrollo suele emplearse con mucha frecuencia a los países del Tercer Mundo, hasta el punto de convertirse casi en un sinónimo (países subdesarrollados son los países del Tercer Mundo y viceversa). Una de las pocas diferencias entre los dos es que el primero no suelen emplearlo las personas que teóricamente pertenece a él por ser, cada vez más, un término peyorativo; mientras que el segundo es más aceptado, pese a contar con múltiples detractores.
Generalmente la expresión hace referencia a países aunque también puede utilizarse para designar a determinadas zonas o regiones e, incluso, a formas de pensar o subsistir (“mentalidad subdesarrollada” por aquella que espera resolver sus problemas con ayuda exterior).
Lo que sí está logrando cierto consenso en los últimos años es en afirmar que el desarrollo no va unido ni desunido a la felicidad.[1] Es decir, lograr mejor alimentación, viviendas sólidas, alfabetización, empleo digno... no tiene porque hacer a la gente más infeliz o menos.
La palabra subdesarrollo no es relativamente nueva. Nació tras la revoluciones industriales, especialmente la Segunda revolución, cuando se constataba que no todas las naciones lograban dotarse de un sector secundario amplio y fuerte y seguían dependiendo de la agricultura, pesca y ganadería, principalmente. De esta forma comenzó a acuñarse el termino nación industrializada frente a nación no industrializada a finales del siglo XIX y principios del XX.
Puesto que toda la revolución industrial no puede llevarse a cabo sin una revolución demográfica (que permita grandes poblaciones urbanas), una revolución agraria (para alimentar a esas poblaciones) y una revolución económica (para realizar las ingentes inversiones que necesita toda empresa industrial), la industrialización acarrea un desarrollo de toda la sociedad; esta constatación relegó el término nación industrializada o no industrializada por los de nación desarrollada o nación subdesarrollada respectivamente, aunque ya hemos dicho que también puede aplicarse a regiones de un mismo país o incluso mentalidades.